Un viaje en ascensor no deja de suponer compartir un espacio reducido con gente, normalmente, desconocida. En esta situación se pueden producir distintas situaciones relacionadas con el comportamiento de las personas que lo ocupan. Lo habitual es levantar una cierta protección, un muro psicológico, habitual cuando sentimos invadido nuestro espacio personal. La mayoría de las personas tiendan a estar inmóviles y con la mirada baja. Como mucho una conversación superficial sobre el tiempo y poca cosa mas.
Por lo general las personas que utilizan el ascensor tienden a situarse en posición para salir, mirando la puerta, y si es el caso dando la espalda a los otros ocupantes. Si en alguna parada entra otro pasajero se dan unos pequeños movimientos para hacer espacio al nuevo ocupante. Si hay dos personas, cada uno se ubica en una esquina para conseguir la mayor distancia posible. Si son tres, un triangulo, y si son cuatro un cuadrado, siempre con el mismo objetivo.
Según los expertos en un espacio pequeño y encerrado es importante actuar de forma que no pueda ser interpretada como amenazadora, rara o ambigua. La manera más fácil de lograrlo es evitando el contacto visual.
Pese a que a algunos usuarios les genera una cierta dosis de ansiedad, debemos saber que los elevadores son el medio de transporte mas seguro comparado con los millones de desplazamientos que desempeñan cada día en todo el mundo.
Conocidos nuestros miedos y la situación que nos provoca podemos probar de contrarrestarlo con una actitud mas sociable en nuestro próximo viaje.