Un elevador ya no es un lujo, es una necesidad. Esta afirmación no es gratuita, sino que se respalda con un dato real, el envejecimiento de la población. La proporción de personas de mas de 75 años se ha duplicado en los últimos 30 años. En el 72,7% de los hogares donde residen personas con alguna discapacidad existen barreras arquitectónicas, según el Informe Olivenza 2010, elaborado por el Observatorio Estatal de la Discapacidad del Ministerio de Sanidad.
Y de la necesidad se ha hecho virtud, el nacimiento de soluciones dentro del sector: elevadores, salvaescaleras, ascensores unifamiliares y demás productos que pueden resultar vitales en muchos casos. Unas instalaciones que facilitan la vida a la gente que más lo necesita.
Cada vez hay mas familias y equipamientos públicos que precisan de este tipo de instalaciones para facilitar la accesibilidad a toda clase de personas. Pueden ser bloques de viviendas sin ascensor donde vive gente mayor, familias con víctimas de accidentes o con algún familiar operado por problemas en las rodillas, pero también recintos deportivos, musicales, centros comerciales y de ocio, hospitales y ayuntamientos.
De este modo, la simple instalación de un sistema de elevación en cualquiera de sus formas puede ayudar a estas personas que lo necesitan a no sentirse discriminados, sino disponer de una calidad de vida como cualquier otra.