Existen edificios antiguos en los que es imposible incorporar un elevador y tampoco una plataforma salvaescaleras. Normalmente debido a problemas de espacio, ya que disponen de un hueco de escalera demasiado pequeño o una escalera demasiado estrecha para poder instalar una plataforma.
Este tipo de barreras arquitectónicas impiden que los vecinos con problemas de mobilidad reducida (personas con discapacidad física, personas mayores, mujeres embarazadas, personas con una lesión temporal o con dificultad para subir una carga) puedan llevar una vida cotidiana con normalidad.
En esos casos una silla salvaescaleras puede ser la solución ideal. Son de reducido tamaño, ocupan poco espacio cuando no se utilizan, pueden superar pendientes muy pronunciadas, y disponen de todas las medidas de confort y seguridad necesarias.
Las sillas salvaescaleras se pueden instalar en escaleras de tramo recto o con curvas, ya sea en interior o en exterior de la vivienda. Su instalación puede realizarse en ambos lados de la escalera y su reducido espacio permite el transito a pie por la misma.
El funcionamiento con baterías, permite no depender del suministro eléctrico, y es especialmente práctico en caso de un corte de corriente. Las baterías se cargan automáticamente cuando la silla está en posición de reposo.
Son sillas muy cómodas, ya que están diseñadas ergonómicamente. El asiento, los reposabrazos y el reposapiés son plegables, ya que así ocupan menos espacio cuando no se usan. Su instalación no requiere de obras y puede contar con distintos mandos para llamar la silla hasta la planta donde se requiera.
Una silla salvaescaleras en edificios antiguos es una buena opción para mejorar la accesibilidad.