Mira que es corto el trayecto en un ascensor o un elevador, aún así, en ese rato nunca sabemos qué hacer. Lo que sí es curioso es que la mayoría de personas hacemos lo mismo cuando viajamos en él: entramos en él y miramos el techo. Quien dice techo, dice la botonera, el suelo, la etiqueta publicitaria… Lo que tenemos al abasto pero si es un ascensor que solemos coger, nada novedoso. Esto se acentúa más si en el ascensor coincidimos con otras personas. ¿Por qué reaccionamos así?
Según un estudio de la Universidad de Chigago, el acto de mirar el techo de los ascensores es un acto instintivo programado en nuestro cerebro, como un método de protegernos de los demás, con la intención de evitar reacciones inesperadas.
Tras leer esto pensarás, ¿cómo es posible que eso esté programado en nuestro cerebro si los ascensores son un invento relativamente nuevo? Sí, tienes razón pero convivir en espacios reducidos no es una novedad entre la especie humana, y este acto ha sido creado a partir de nuestra evolución, para evitar el enfrentamiento directo con la otra persona. ¡Incluso hay monos que reaccionan de forma parecida!
Así que, la próxima vez que te vas en un elevador vertical o te encuentres en cualquier otro espacio reducido a un desconocido, piensa que la reacción que tenemos es de lo más primitiva 😉